
En el siglo XVII la perfumería triunfó en Versalles y se extendió al resto de cortes europeas.
La profesión de perfumista cobró importancia y muchos profesionales extranjeros se establecieron en Francia.
Jean Chabert fue uno de los perfumistas más reconocidos de la época, estableciendo en Lyon uno de los centros de producción de perfumes más importantes de Francia.
El grabado muestra al perfumista, junto con los objetos de su oficio, abriendo un incensario, objeto emblemático capaz de liberar aromas. Por el pie de foto, este grabado parece ser un anuncio de su negocio, Jardin de Provence, donde vendía todo tipo de ceras, perfumes, jabones e incluso bebidas aromáticas como el Rossolis de Turín.