Los perfumistas generaron auténticos paraísos aromáticos fruto de una continua investigación y experimentación.

Esta representación del atuendo del perfumista, enteramente escenográfica, ofrece una visión gráfica de esta actividad, especialmente apreciada en los ambientes cortesanos de la alta Edad Moderna.

Por un lado, se muestran las materias primas y esencias, como la flor de naranjo, las ceras y el tabaco. Un quemador de incienso, en forma de sombrero, sobre la cabeza del perfumista es evidencia del proceso de elucubración en su mente.

El resultado se muestra en la amplia gama de productos ofrecidos: polvos de Chipre, ungüentos de Roma y Florencia, jabones, pastillas y aguas perfumadas, abanicos y cueros perfumados, una amplia variedad de artículos para satisfacer los gustos olfativos más exquisitos y exigentes.