La mascarada en Málaga en 1789
El desfile se abría con ocho batidores del Regimiento de caballería de Farnesio. Eran los encargados de abrir campo entre el inmenso bullicio, llenando el aire con el sonido de dos clarines.
Tras ellos la primera gran figura, la alegoría de la Fama, símbolo del gran reconocimiento que habían atesorado los Reyes Católicos. Iba acompañada por dos volantes y, tras ellos, otro cuerpo formado por doce angelotes, veinticuatro volantes vestidos a la española y diez más vestidos a la moda del siglo XVIII.
Seguíanles el Cuerpo de Maestros con 30 participantes. Continuaban el cortejo dieciséis bailarines que danzaban y ponían música con las campanillas que llevaban en forma de castañuelas. Tras ellos iban cuatro Guardias de Corps montados en caballos ricamente vestidos y guarnecidos.
A continuación desfilaban los “dioses falsos”: Pan, Abundancia, Baco, Discordia, Plutón, Proserpina, Esculapio, Flora, Mercurio, Belona, Marte, Minerva, Apis, Diana, Cupido, Venus, Apolo, Astrea, Usa, Ceres, Saturno, Vesta. En total eran veinticuatro dioses grecorromanos que simulaban ir encadenados con los ramales de cadenas que pendían desde sus hombros hasta el suelo. Seguíanles otras dos deidades, Júpiter y Juno que iban sujetos al carro triunfal. Esta carroza de gran formato de largo, alto y ancho exaltaba la figura del monarca con un magnífico retrato. En el carro iban las alegorías de la Fe y la Fortaleza, representadas por dos niños. Además de todos estos personajes, hay que citar que acompañaban al Carro triunfal por su diestra un Esento y a la siniestra un Caballerizo. Detrás marchaba el oficial Brigadier y doce Guardias de Corps. Por último, cerraba la retaguardia el oficial Subrigadier. Tras ellos marchaba la compañía de Granaderos del Regimiento de Navarra con su música y después un carromato donde iban “cuatro negros” vestidos con ropones rosados guarnecidos en plata y ceñidos con fajas azules y bonetillo encarnados. Cerraban el cortejo treinta soldados de la Caballería del Regimiento de Farnesio.