En un elaborado juego de equilibrios diplomáticos, en el que todos tuvieron que ceder ante la preeminencia de una ceremonia exclusivamente española, la Congregación de Ritos, realizó una hábil maniobra en la que introdujo el nombre de un beato italiano por el que el Pontífice sentía gran afecto y devoción, Felipe Neri. Neri fue fundador del Oratorio de Santa María en Valicella. La introducción final de su nombre cerró las intensas negociaciones e introdujo a los Oratorianos, cuyo santo apareció para recibir la visión de la Virgen. El 8 de enero de 1622, el Papa anunció oficialmente la canonización conjunta de los cinco beatos.